Desde el 17 de abril de 2018 (8:10 UT; 5:10 CL) hasta el año 2027, Quirón comenzará su viaje por Aries. En Aries, el Centauro sabio y sanador, nos enseñará a sanar los aspectos aún distorsionados de lo masculino, a conocer más y mejor nuestros impulsos, como también a equilibrar el valor de la libertad personal con el genuino amor por los demás. Quirón trae a la consciencia la herida. Y Marte, como dispositor (regente) de Aries está involucrado en la herida quironiana. La mayor parte de los nacidos entre 1968 y 1977, comenzarán un viaje de sanación, para ello será necesario valorar su ímpetu, que finalmente les ha permitido ser quienes son (pese al miedo). Esta generación podrá tomar consciencia y perdonarse el exceso de fuerza o vehemencia, las batallas equivocadas y el egocentrismo, como también su aparente opuesto, el exceso de cobardía y la parálisis. Herida Colectiva En lo social, el macho que valora irreductiblemente el patriarcado nos ha hecho muchísimo daño -tanto a hombres como mujeres-, fijando una posición de dominio y de competencia, empujándonos a las relaciones desiguales, muchas de ellas violentas. Probablemente Quirón nos guie -en lo colectivo- a encontrarnos con la genuina fuerza masculina que hay en cada uno de nosotros, aquella que en total serenidad mide su fuerza y la pone al servicio de un bien mayor. El reto transpersonal Quirón también es un maestro transpersonal, por lo que puede que nos ayude y enseñe a transformar nuestra consciencia egocéntrica y la parálisis temerosa en la que entramos en algunas zonas de nuestra vida producto de la huella de nuestra historia. Un buen ejemplo de este proceso es el de Aquiles, glorioso guerrero y discípulo por excelencia de Quirón. Aquiles no sólo tenía en su talón el punto más débil; también tenía dificultades para aceptar el dolor. En la Iliada, Aquiles pierde a su mejor amigo en manos del príncipe Troyano Héctor. Aquiles se siente único en su duelo, y en su egocentrismo se siente con derecho a cometer barbaries tremendas contra la familia real troyana en represalia, particularmente a través del vejamen al cuerpo de Héctor (que muere en batalla). A través de la ayuda de los dioses, se logra que el rey de Troya visite a Aquiles por la noche a fin de recuperar el cuerpo de su bienamado hijo. En la visita, Aquiles primero se exalta y luego sale de su egocentrismo, se abre y llora como un niño; no sólo por la muerte de su amigo, sino también porque comprende y comparte el dolor del rey, que también ha perdido a su hijo en manos de Aquiles. Luego de ese encuentro, el cuerpo de Héctor ya no es sólo el del odiado enemigo, sino también el cuerpo del amado hijo de un padre que sufre. La leyenda nos enseña que la violencia y/o el miedo nacen, la mayor parte de las veces, del rechazo a la herida (o al dolor) y de la defensa para no sentirlo. Y que este rechazo responde a una consciencia más primitiva y egocéntrica que nos ciega frente a la situación ajena. El problema con la violencia es que es una defensa poderosa que nos adormece momentáneamente contra la sensación de desamparo y vulnerabilidad. Pero como ya sabemos, la violencia trae más violencia y reproduce más dolor. Si por temor a la violencia nos hacemos los que nos vemos, eso no nos ahorra dolor, tarde o temprano deberemos entrar a conocer la fuerza que está más pura debajo de la violencia, el dolor, la fuerza para sobreponerse al dolor, el impulso a existir y defender quienes somos. Tal vez Quirón -en esta pasada- nos enseñe colectivamente a ser más conscientes y a comprender mejor cómo parar el círculo que la reproduce. Si viésemos cómo participamos en el dolor de este mundo, seguramente no pararíamos de llorar (tal como esa noche lo hicieron abrazados Aquiles y el rey de Troya). Desde esa conciencia es más fácil hacer gestos que cambien nuestra situación.
0 Comentarios
Tu comentario se publicará después de su aprobación.
Deja una respuesta. |
Details
Alice Thomas
Psicóloga Clínica, Astróloga Categorías
Todo
|