© Alice Thomas 10-5-2015 ¿Quién hace de Madre? En astrología, hay varios elementos en la carta natal que pueden retratar a nuestra madre o más bien, el modo en que se manifiesta éste arquetipo en nuestra consciencia. Sea que ésta sea una sóla madre, o varias. Los elementos más comunes que se analizan son: La Luna, signo y elemento. Los aspectos de la Luna. Casa IV o IC, signo y planetas ubicados allí. Regente IC y sus aspectos. En la práctica el astrólogo privilegia de todos modos, casi siempre, a la Luna como el símbolo que retrata mejor a la madre. Muchos siglos atrás Ptolomeo, decía que había que buscar en una carta natal a la madre, en la Luna, pero también incluía a Venus (como un complemento de la Luna). Ni él ni otros astrólogos del pasado separaban –en su interpretación-, la palabra madre del sexo femenino en su sentido más concreto. En la actualidad, son varios los astrólogos que ponen en cuestión el que se interprete el símbolo de la Luna como representante de la mujer en su papel de madre, porque hay hombres que están cumpliendo esa misma labor. De tal manera que hoy se invita a ampliar éste símbolo astrológico, y a entenderlo como una representación de nuestro nexo temprano con la figura que cumple (y/o suple) la función materna (independiente de su sexo). Para mí en lo particular, si bien estoy de acuerdo con ampliar este símbolo, me queda claro que no es posible separarlo de la mujer concreta. Hasta ahora la ciencia no ha podido generar -aún- úteros artificiales. De tal modo que la encarnación se la debemos todavía en un 50% a una mujer. Y ésta, por defecto, pasa a ser la figura de la madre biológica. Incluso hoy, en el caso de que una pareja arriende el útero de otra mujer para alojar un óvulo fecundado, habrá dos mujeres –dos madres- que complementarán su labor y que colaborarán con la llegada de otro ser al mundo (una de ellas aportando su óvulo y la otra su útero). De tal manera que la Luna, también da cuenta del nivel biológico, y el nivel biológico está vinculado a un óvulo y un útero y por lo tanto a más de una mujer, pero mujer al fin. Bert Hellinger, creador de las Constelaciones Familiares, no alimenta exclusiones, nos invita a valorar también el papel biológico de aquella mujer que es responsable de nuestra existencia, aun cuando no la hayamos conocido, o no nos hayamos sentido queridos y protegidos por ella. Esa valoración, para Hellinger, también va acompañada de un darle sentidamente las gracias a esta madre biológica; por habernos dado la vida y habernos parido, regalo invaluable. Haciéndole un lugar en nuestra consciencia, la honramos y recuperamos nuestra fuerza, que es también su fuerza y recuperamos nuestra felicidad. Lo mismo ocurriría con las madrastras, que también son quienes en algún punto debieron ser madres sustitutas y colaboraron en sostener nuestro crecimiento y desarrollo. Ellas también necesitan ser honradas. Si bien en una carta natal muchas veces no podemos hacer la distinción clara entre una madre biológica y otra madre sustituta, igualmente podemos encontrar pistas o claves en la carta natal que nos permitan diferenciarlas. Por ejemplo: El registro de la madre biológica que no se conozca, la podemos buscar en Casa XII, pues esta Casa representa el ambiente de la vida intrauterina, ambiente que esta madre también nos transmitió. En el símbolo de la Luna y la Casa IV, podemos encontrar a la madre que generó el lazo de apego afectivo, o quien hizo la función materna, más allá del género. Con la Luna, ahondamos en la interpretación de las experiencias tempranas, nuestro vínculo con quien fue nuestra madre, o de quien hizo de madre una vez nacidos. En términos psicológicos, nuestra confianza básica depende de que exista alguien con quien formar un lazo de apego y que pueda satisfacer una parte importante de nuestras necesidades básicas y de conservación; que en el caso de los mamíferos y los humanos, están íntimamente ligadas a las necesidades afectivas, de lazos de cercanía que nos permitan un apego afectivo seguro. Los distintos aspectos astrológicos de la Luna con otros planetas (es decir, su distancia y ángulos con otros planetas), pueden a veces (no siempre), dar luces de distintas madres que participaron en nuestra crianza. Esto, es válido en el caso de quien tenga una madrastra, o sea hijo o hija de una pareja que permitió que el miembro del sexo masculino cumpliera la función materna con los niños, o cuando la madre cría junto a su mamá, siendo la abuela otra madre más. En estos casos, por ejemplo, el astrólogo se ve forzado en la interpretación a buscar los elementos que nos ayuden a diferenciarlas. Si en una carta existe por ejemplo, conjunción Luna-Saturno que a su vez está en trino con Marte, podríamos en la interpretación separar – forzadamente- este conjunto, en dos tipos de madre, una más restrictiva (Luna-Saturno), austera y/o represiva que nos exige más o bien nos inseguriza, y otra (Luna-Marte) que estimula nuestra individualidad y nuestra iniciativa o acción, siendo ella un ejemplo de acción. Por supuesto pueden haber muchas más variables, pero si solo nos quedáramos con este dato, una vez identificado el complejo materno, ¿qué deberíamos mirar? Ayudar al cliente a comprender que esas fuerzas necesitan integrarse, y estar en paz con la figura total de la madre, tomar lo que nos enseñó cada una, y valorar esas enseñanzas para en su nombre ser felices. En el mismo ejemplo anterior. La madre restrictiva (Luna-Saturno) podría habernos enseñado a ser más disciplinados y responsables de nuestros actos, que unido a nuestra iniciativa, colaborarían a que nuestra acción fuese verdaderamente focalizada y fructífera. En ese tipo de integración de ambas madres, será posible seguir más confiados hacia adelante. De otro modo, evitaremos siempre uno de los aspectos entregados por ellas, el que nos provoque más inseguridad será rechazado. Ya sea ser más decididos o ser más cautos. La Felicidad empieza con la madre El mismo Bert Hellinger dice que “La felicidad empieza muy temprano, empieza con la madre y se sigue manteniendo en la relación con ella”. Incluso si ella no cumplió con nuestras expectativas. Y al respecto añade “si la madre fuera la ideal, nosotros no seríamos capaces de vivir, no tendríamos la fuerza para vivir” Y finalmente señala: “niños felices son aquellos que son mirados por la madre y, la madre a través de este niño ama también al padre; y el padre mira a los hijos y a través de ellos ama también a la mamá. Ese tipo de niños son felices”. Esta mirada parece mostrarnos una capacidad de espejar el amor entre unos y otros del sistema familiar. Independientemente de si nuestra Luna está bien aspectada o no en nuestra carta, todos anhelamos esta mirada. Algunos tendrán que pasar por más desafíos internos que otros y eso es posible verlo claramente en una carta natal, pero para nadie, con trabajo en sí mismo y autoconocimiento, le será imposible volver a sentir esa mirada dentro de sí, especialmente si es que llegamos al punto de sanarnos y honrar a la madre, o a todas las madres, de nuestra existencia. Gabriela Mistral, quien tenía su Luna en Cáncer, lugar privilegiado, y del todo afín para la Luna. Tiene un poema que nos muestra este maravilloso espejar. Y con su poema, termino esta nota, escrita a propósito del día de la madre. CARICIA, O MADRE MÍA- Gabriela Mistral Madre, madre, tú me besas, pero yo te beso más. Como el agua en los cristales, caen mis besos en tu faz… Te he besado tanto, tanto que de mi cubierta estás y el enjambre de mis besos no te deja ni mirar. Si la abeja se entra al lirio, no se siente su aletear: Cuando tú a tu hijito escondes no se le oye el respirar… Yo te miro, yo te miro sin cansarme de mirar, y qué lindo niño veo a tus ojos asomar… El estanque copia todo lo que tu mirando estás; Pero tú en los ojos copias a tu niño y nada más. Los ojitos que me diste yo los tengo que gastar en seguirte por los valles, por el cielo y por el mar…
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Alice Thomas
Psicóloga Clínica, Astróloga Categorías
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